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El placer del hombre por la reunión viene de tiempos lejanos. Siempre hubo, hay y habrá excusas para que la gente se junte y comparta experiencias de vida.
En mucha de esas ocasiones, la comida es la excusa; el hecho de sentarse a degustar delicias o probar algo hasta ahora desconocido provoca ganas de invitar o de ser invitados.
Los comedores suelen ser los espacios ideales para estos banquetes, por eso, todas la oportunidades que se nos presenten para que estos espacios luzcan mejor o ganen protagonismo en nuestra vivienda, son bienvenidos.
Hoy tenemos el gusto de hablarte de los comedores abiertos y darte algunas ideas para que no dejes de incluir estas sugerencias a la hora de decorar el tuyo.
Siempre donde está el comedor, el peso de la iluminación es un componente que no puede fallar. Nada más molesto que no ver bien lo que se nos sirve en el plato o sentirnos incómodos porque no somos capaces de apreciar las texturas o colores de la comida.
Los comedores abiertos nos solucionan bastante este tema, gracias a sus vistas y su conjunción con el exterior.
Los grandes ventanales son nuestra manera de estar conectados con la naturaleza y poder participar de ella. Lo que ocurre afuera nos afecta adentro.
Nada mejor que una cena con amigos y familia rodeados de esa vista que nos contiene y nos invita a apreciarla.
Una forma de de hacer partícipe al exterior en nuestro comedor abierto, es dejar que la decoración nos traiga ese color y esas texturas a la mesa de reunión.
Los textiles floreados, los muebles rústicos y las flores naturales reproducen la magia externa en un resumen de color y frescura.
Otra posibilidad de ambientación de un comedor abierto es la que se caracteriza por la simpleza y la naturalidad. En esos casos, la mesa puede ser un caballete sencillo y muy práctico, con aires de atellier artístico y las sillas, llenas de texturas de fibras artesanales.
Bajo la luz del sol, la composición es casi bucólica y generosa.
Lo bueno de estos comedores abiertos es que permiten una ventilación y corriente del aire que nos hace sentir como si estuviéramos afuera.
Esto nos permite ambientes más aireados y donde no se condensan olores o aromas propios de un sector asociado a la comida y cercano a los fuegos de la cocina.
Las mesas redondas en los comedores siempre disponen mejor a la comunicación y el contacto más intimo de los comensales.
Pero en los que son abiertos, las vistas externas son una tentación que no se puede evitar, por eso, nadie debe quedarse afuera de ese convite.
Nada mejor que nuestro comedor este abierto en su sentido completo. Sin divisiones hacia la cocina, es decir, aunado y hecho una unidad y generoso hacia el exterior.
Todo queda disfrutando de la integridad, de la interna en sí misma y con la externa que se ofrece a borbotones.
A veces es tan solo una puerta de cristal que se abre, la que nos permite darle apertura a nuestro comedor. Por esa abertura, la vista se expande y el ambiente cobra prolongación.
Las mesas alargadas y rectangulares son propicias para que la sensación de unión se alargue y tome profundidad.
